Veinte años después, encontramos, al igual que Brasil, varios de eses terroristas en el Gobierno de la nación en puestos de mando, en las medias, siendo galardonados como héroes unos y reverenciados como “mártires” otros. Pero, los verdaderos héroes están siendo silenciados, hostigados y censurados en su derecho de libre expresión. A continuación, Soy Latinoamericana presenta una nota del veterano de guerra, combatiente y superviviente del asalto a La Tablada, TCel Emilio Nani, que denuncia la CENSURA que ha sufrido su esposa por el periódico “La Nación”, no publicando una nota escrita – y paga - por ella en agradecimiento a los que cuidaron de él en dicho asalto.
Enseguida, exponemos una entrevista que ofreció la señora Liliana Raffo, viuda del teniente coronel (post mórtem) Horacio Fernández Cutiellos al “Diario Perfil”. Es muy dolloroso leer dicha entrevista pero creo ser importantísimo para que conozcamos la Historia hecha de sangre y dolor por aquellos que hipócritamente hoy se dicen “defensores de los derechos humanos” y que llena de vergüenza nuestro continente suramericano. Disfruten y distribuyan a sus amigos. Hasta la próxima y que Dios bendiga nuestra América Latina!
Comentarios: G. Salgueiro
*****
Como lo ha venido haciendo en cada lustro del ataque a los cuarteles de La Tablada, mi esposa quiso publicar un aviso pago en Publicaciones Sociales, en La Nación, en agradecimiento a todos aquellos a quienes les debo la vida.- En una inaceptable violación a su derecho de “publicar libremente sus ideas por la prensa sin censura previa”, el periódico de Mitre se lo impidió.
Les adjunto la carta que les envió los responsables del diario, por si les interesa difundirla.
Emilio Guillermo Nani
Buenos Aires, 22 de Enero de 2009
Señor
Bartolomé Mitre
José Claudio Escribano
Jefe de Redacción
Responsables del Diario La Nación
De mi consideración:
El texto del aviso era el siguiente: “1989 – La Tablada - 2009: Honor a los caídos en defensa de la Patria; repudio para quienes la atacaron y el eterno agradecimiento a los integrantes de los Hospitales Churruca y Militar y a todos aquellos a quienes les debemos la vida”.
A partir del momento en que me expresé - creyendo que libremente - ante dos encantadoras empleadas, Aldana y Paz, que - cumpliendo con las directivas existentes en el diario - intentaron convencerme de modificar el texto del artículo por el que iba a abonar la nada despreciable suma de casi cuatrocientos pesos, comenzaron las trabas y las excusas tendientes a impedir que pudiera publicar libremente mis ideas por la prensa, sin censura previa (Artículo 14 de la Constitución Nacional). Que “repudio”, no; que “enjuiciamiento”, tampoco; que “juicio”, menos; que “justicia”, imposible; que “debe someterse a la aprobación de Redacción”, etc., etc.
Ante la imposibilidad de evitar que se vulneraran mis derechos, llamé al sector, pomposamente llamado, “Atención al Lector”, con la intención de comunicarme con el Jefe de Redacción, siendo atendida por Heber quien me negó el acceso manifestándome que “era política de la empresa no publicar términos ofensivos o agraviantes”. Ante ello les pregunto: ¿qué agravio u ofensa encierran los términos “ ‘repudio’, ‘justicia’, ‘enjuiciamiento’, ‘juicio y castigo’, o ´cárcel’ (sucesivas modificaciones hechas al artículo sometidas a la arbitraria decisión del inaccesible Jefe de Redacción que sistemáticamente rechazó) a quienes atacaron a la Patria”?
Entonces me pregunto y les pregunto, si es esa la línea editorial que el diario ha bajado a sus empleados respecto del concepto de “libertad de expresión” o de “expresar libremente sus ideas por la prensa, sin censura previa” para que decidan antojadizamente qué ideas o expresiones se publican y cuáles no.
De allí mi sorpresa y repugnancia. Sorpresa por haber sido nada menos que el diario del General Bartolomé Mitre, el que me impidiera expresarme libremente, aún pagando un precio exorbitante.
Repugnancia por el hecho que hayan sino nada menos que integrantes de un medio de comunicación, los que apelaran a la aborrecible metodología de la censura previa para cercenar mis derechos.
¡Qué tristeza me da comprobar en lo que se ha convertido el diario que leo desde hace casi cincuenta años!
En estos últimos años cualquier terrorista, filoterrorista amparado en supuestas organizaciones que dicen defender los derechos humanos, miembros de la impresentable corporación política que viene destruyendo futuros o, lo que es más triste aún, los propios periodistas del diario, publican libremente sus ideas y se expresan refiriéndose a quienes tuvieron la responsabilidad de combatir al terrorismo subversivo que asoló a nuestra Patria, a costa de sus vidas o su sangre (como es el caso de mi marido), en cumplimiento de claras órdenes emanadas de gobiernos constitucionales, como asesinos, delincuentes, criminales, violadores, apropiadores, genocidas y, hasta peyorativamente, como represores sin que exista ningún prurito por parte de las autoridades del diario, que no consideran como “ofensivos” o “agraviantes” dichos términos cuando son dirigidos a los miembros de las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales o Penitenciarias.
Por otro lado, cuando los mismos periodistas hacen referencia a criminales terroristas como Horacio Verbitsky, Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, Roberto Fellicetti, Marcelo Vensentini, Juan Gelman, Miguel Bonasso, Carlos Bettini, Mario Montoto, Jorge Taiana, Juan Gasparini, Eduardo Anguita, Nilda Garré, Julio César Urien, Carlos Kunkel, Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Matarollo, Dante Gullo, Arnlold Kremer (Luis Mattini), Esteban Justo Antonio Righi, Emilio Pérsico, Humberto Tumini, Osvaldo Lovey, Rafael Follonier, Rodolfo Tojo” Ojea Quintana, Carlos Zanini, Gerardo Ferreyra y tantos otros de similar calaña, hablan del “periodista”, el “poeta”, el “escritor”, el “funcionario”, el “empresario”, el “diputado”, el “embajador”, el “luchador social”, la/el “ministro”, etc., etc.
¡Cuánto cinismo y cuánta hipocresía encierran los términos “libertad de prensa” y “libertad de expresión” y “El Manual de Estilo y Ética Periodística” del diario La Nación!
Como Uds. me han impedido expresarme, violando mi derecho constitucional de hacerlo, me reservo el derecho de difundir el contenido de esta carta.
Sin otro particular los saludo muy atentamente,
DNI: 5.806.638
Bulnes 1786 – 3ro “F”
(1425) – CABA
*****
“Los días previos hubo reuniones de los que tomaron el cuartel con el gobierno radical”
Es la esposa del teniente coronel (post mórtem) Horacio Fernández Cutiellos, quien fue el segundo jefe y murió acribillado por los militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) que tomaron a fuego y sangre la unidad militar. Acusa al secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, de ser uno de los miembros fundadores del MTP. Dice que su esposo murió como a él le hubiese gustado. “Siempre decía que la mejor forma de morir para un soldado era defendiendo a la Patria”, recuerda hoy. Sola crió a sus cuatro hijos y uno de ellos, el mayor, siguió la carrera militar.
Por Fernando Oz
El 21 de enero de 1989 Liliana Inés Raffo de Fernández Cutiellos cumplía 34 años. Dos días después se quedó sola con cuatro hijos de nueve, siete, cuatro y dos años. A su marido lo habían acribillado, el primer tiro que recibió fue por la espalda. El mayor Horacio Fernández Cutiellos era el segundo jefe del Regimiento de Infantería Mecanizada 3 de La Tablada (RIMec 3) cuando casi medio centenar de militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) tomaron el cuartel. Murió cuando intentó salvarle la vida a un soldado; lo remataron con un balazo en la garganta.
“Murió como siempre quiso morir. Siempre decía que la mejor forma de morir para un soldado era defendiendo a la Patria. Morir luchando”, dice Liliana mientras traga saliva para evitar llorar. Pasaron 20 años y sus hijos ya están grandes, pero para la viuda del teniente coronel post mórtem asegura que las cicatrices no están cerradas y pide que la Justicia investigue las conexiones políticas del copamiento del regimiento en donde murieron nueve militares, de los cuales cuatro eran conscriptos, dos policías y 28 guerrilleros.
Según Liliana, la toma del RIMec 3 “fue una operación montada en el exterior del país y con apoyo interno. Acá estuvieron juntos Enrique ‘Coti’ Nosiglia, Jorge Baños, Roberto Felicetti. Días previos, hubo reuniones de algunos que tomaron el cuartel con el gobierno radical, hay informes de la SIDE que dicen eso. Nadie quiere investigar eso”.
En aquel momento, Nosiglia era el ministro del Interior del gobierno de Raúl Alfonsín; el abogado Baños fue uno de los guerrilleros que murió durante la toma, y Felicetti fue otro de los integrantes del MTP. “Por algún motivo, nadie quiere que se investigue qué fue lo que realmente pasó. Felicetti es parte de este gobierno y tenía cadena perpetua. Además, Duhalde (Eduardo Luis, actual secretario de Derechos Humanos) cofundó el MTP junto con (Enrique) Gorriarán Merlo, y fue parte del incidente. Atacaron a la República en plena democracia”, disparó.
En octubre último, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el Decreto 1578, que relevó del secreto a organismos y agentes de inteligencia e instruyó para que la Justicia tuviera “acceso irrestricto” a documentos relacionados con la causa. “¿Qué es lo que quieren investigar?”, se pregunta Liliana.
Para ella, el decreto de CFK “parece una venganza, o tal vez hacen esto para que no se investigue lo que verdaderamente sucedió afuera. Es falaz que haya habido desaparición de terroristas en esos momentos, algunos murieron en el combate, otros se escaparon”.
— Lo que se busca saber es si hubo fusilamientos...
— Hubo un combate, se vio en la televisión y en las fotos. Qué quieren demostrar: que fue un ataque carapintada, como habían panfleteado. No fueron carapintadas, tampoco es cierto que se quería dar un golpe. La Justicia tiene que investigar las conexiones políticas, lo que pasó en torno a la toma del cuartel.
— ¿Cómo creen que ven desde el Ejército esa decisión que tomó la Presidenta?
— No sé. El Ejército hoy no existe, no tiene capacidad de combate, y su moral está destrozada. Cada vez son más los chicos que se van, no hay incentivo, no hay economía para el Ejército, los sueldos dan vergüenza. Mi marido murió defendiendo un cuartel en plena democracia y nadie le hizo ningún reconocimiento, a mí nadie me indemnizó, a ellos sí los indemnizan.
— ¿Alguno de sus hijos quiso seguir la carrera de su padre?
— Sí, mi hijo mayor quiso seguir. Pero yo le hice comprender que este Ejército no es el de su padre ni el de sus abuelos. Lo hice desistir. Ahora es un Ejército manoseado y yo no quería que él sufra penurias económicas ni morales, además este Ejército se ha portado muy mal con nosotros.
Liliana pensaba estar un año más en Río Gallegos, pero el 28 de diciembre de 1988 le ordenan a su marido que tiene que trasladarse a Buenos Aires para asumir su cargo en La Tablada. El traslado fue catastrófico. Sin una casa donde vivir, Fernández Cutiellos, su esposa y sus cuatro hijos se alojaron en el Círculo Militar. Estuvieron allí hasta el 4 de enero. Comer afuera era muy costoso y dormir en ese lugar no era gratis. El oficial decidió enviar a su familia a Córdoba, allí estaban los padres de Liliana, y estar allá era de alguna manera más barato. El decidió que, hasta que tuviera una casa, el mejor lugar para dormir era el regimiento.
Cuando Liliana escuchó en la radio lo que estaba pasando en el cuartel donde estaba durmiendo su marido, un golpe de angustia la inundó. A las cinco de la tarde llama su suegra desde Buenos Aires.
— ¿Qué sabés de Horacio? ¿Qué le pasó?
— Pasame con tu papá.
— No te voy a pasar hasta que me digas qué pasó.
— Nada, Horacio está herido. Ahora pasame.
Liliana le pasó el teléfono al padre y se puso a armar el bolso para viajar. La comunicación del padre duró segundos, colgó, se sentó y se puso a llorar antes de tomar aire y decirle a su hija: “Horacio está muerto”.
Lo que dejó el caso
El 23 de enero de 1989 unos cincuenta militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) tomaron por la fuerza el Regimiento de Infantería Mecanizada 3 de La Tablada. Minutos después de las 6 de la mañana, con un camión de reparto de Coca-Cola, los guerrilleros derribaron el portón de acceso al cuartel. Allí muere el soldado Tadeo Taddía.
La carnicería comenzó dentro de la unidad, hasta que la misma fue totalmente tomada. Los guerrilleros tenían a militares como rehenes. La recuperación del cuartel fue peor.
El ideólogo de la toma fue Enrique Gorriarán Merlo, ex guerrillero del ERP. El MTP venía alertando a sectores del gobierno de que los carapintadas tenían intenciones de dar un golpe de Estado.
El juez federal de Morón, Germán Castelli investiga si hubo fusilados, torturados y desaparecidos. Un informe de 1997 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) afirmó que se cometieron vejámenes y reclamó “una investigación independiente, completa e imparcial”.
Fuente: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0333/articulo.php?art=12365&ed=0333#sigue
Notas relacionadas
“Fuimos al Regimiento a frenar un golpe de Estado pactado entre Carlos Menem y Seineldín”
Nenhum comentário:
Postar um comentário