sábado, 27 de fevereiro de 2010

La actitud de Pardo Rueda, pareciera indicar que su campaña ya está en "contactos políticos" con las Farc

Escritor-estratega
No había transcurrido una hora después que la Corte Constitucional declaró inexequible la opción del referendo reeleccionista, cuando el candidato liberal Rafael Pardo Rueda expresó comentarios que ameritan análisis y exámenes mas allá de la retórica electorera, que se incrementa en periodos como el actual.
Pardo Rueda aseveró que “se salvó la democracia y que Colombia debe acabar la polarización y el capítulo de la guerra”. Sus frases no dejarían de ser demagógicas y oportunistas, sino coincidieran con otros hechos dignos de revisar.
No es gratuito que Piedad Córdoba, cuyo posicionamiento en el ausentismo en el congreso supera con creces a muchos de sus colegas, por estar convertida en la estafeta oficial de Alfonso Cano, haya contado con el aval de César Gaviria y Rafael Pardo, para volver a ¿representar? al Partido Liberal en el Congreso, con número preferencial en el tarjetón.
Tampoco es gratuito que la misma senadora, en su acostumbrado lenguaje incendiario y veintejuliero, haya endosado la siniestralidad fariana y la alcahuetería de "colombianos por la paz" para no liberar a los dos secuestrados, al gobierno nacional por haber advertido a la opinión pública y al país, que detrás de la farsa conjunta de Lula y los demás cómplices de las Farc, hay un perverso tinte electorero.
Ante las preguntas fronteras de Claudia Gurisatti, Pardo Rueda trastabilló en inclusive contestó de la misma manera que lo hace Samuel Moreno Rojas, cuando se le pregunta si las Farc son terroristas: Con medias tintas y aguas tibias.
No hay nada de raro que las Farc, por medio de Piedad Córdoba y de los "liberados" que ahora hacen campaña para el Senado, para buscar la ley de canje permanente y posterior legitimación de los bandidos, la misma que les ordenaron los terroristas durante el cautiverio y que además les impusieron como tarea a cambio de liberarlos; en su afán por recuperar el poder para volver a ubicar a sus cuadros en la burocracia colombiana, los jerarcas del Partido Liberal estén gestando una trama igual a la que llevó a Andrés Pastrana a la inmerecida presidencia (1998-2002).
Son muy altas las probabilidades que este engranaje haya arrancado. Pese a su ineptitud funcional en el Ministerio de Defensa, cuyo paso fue mediocre, Pardo Rueda está auto convencido y a eso le ayudan periodistas insensatos, que el fue quien logró la rendición del M-19 y la entrega de los terroristas que ahora son exministros, gobernadores y hasta candidatos presidenciales.
Para nadie es un secreto que Pardo Rueda es el comodín de César Gaviria, quien está empeñado en pavimentar el camino para la futura presidencia de su delfín Simón, y que de contera, como buenos politiqueros demagogos herederos de las tramas propias de López Michelesen, ambos son capaces de hacer pactos con quien sea o como se dice de manera coloquial: "de vender su alma al diablo"...
De ser así, una vez más las Farc demostrarían la agudeza perceptiva de Cano y la habilidad de sus cómplices para engañar a Colombia.
Las frases de Pardo Rueda no fueron dichas de manera espontánea. Parecían preparadas con mucha antelación.
Además porque en sana lógica, puede esperarse cualquier cosa, del binomio Gaviria-Pardo Rueda, principales responsables de la vergonzosa fuga de Pablo Escobar del hotel de cinco estrellas llamado dizque cárcel de la Catedral, y de la no menos vergonzosa alianza posterior de "los pepes" con el bloque de búsqueda para localizar y dar de baja al mismo capo.
Cuando el río suena, piedras lleva... Y ojalá que ese no sea el abrebocas de otra payasada como la de Pastrana en el Caguán, cuando se iniciaron los diálogos sin plan estratégico de paz, y se retornó a la guerra sin un plan coherente de guerra.
Pero hay otra coincidencia: Pardo Rueda entró al Ministerio de Defensa sin saber nada de seguridad nacional ni de estrategia. Y salió de allí igual o peor de ignorante acerca de estos dos temas. La advertencia está dada. Que no se vaya a colar a la presidencia, para que Colombia padezca la reedición de otro Belisario, otro Barco, otro Samper, otro Gaviria u otro Pastrana. Sería vergonzoso para la historia y los electores colombianos no tendríamos perdón.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos.
www.luisvillamarin.com